El inicio de 2025 nos encuentra en medio de otra tormenta perfecta de acontecimientos que están redefiniendo el panorama global. Como si fuera poco lo que hemos vivido en años anteriores, este nuevo año promete ser otro capítulo dificil en nuestra historia. Pero, ¿qué significa esto para nosotros, ciudadanos comunes?
En Estados Unidos, el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca ha marcado el comienzo de una nueva era de incertidumbre. Las políticas migratorias más estrictas están provocando las primeras deportaciones -no sabemos hasta donde llegarán-, mientras que el aumento de aranceles amenaza con desestabilizar el comercio internacional. Las amenazas han alcanzado nuevos niveles, criminalizando injustamente a comunidades enteras de inmigrantes y perpetuando estereotipos dañinos que no reflejan la realidad de millones de personas trabajadoras que contribuyen diariamente a la economía estadounidense.
Mientras tanto, el panorama en América Latina da lastima. Partes de la región continúa atrapada en una ideología socialista perdedora y empobrecedora, que depués de tantos años, aún no hemos entendido que esta ideología solo trae pobreza y atrazo. Sigue dominando el discurso, el fanatismo, la ignorancia y ..la probreza. Varios países permanecen bajo el control de gobiernos de izquierda que, lejos de cumplir sus promesas de justicia social, han profundizado la pobreza y la desigualdad.
En otros paises, delincuentes han secuestrado efectivamente el pais, mientras instituciones y gobiernos se la pasan «condenando» las conductas, como si eso cambiase en algo el panorama. Pero mientras estas instituciones «condenadoras» estén con la panza llena y viviendo a cuerpo de rey, qué importa la probreza de la gente …como si una condena fuese suficiente.
Sin embargo, ¿habrá una luz al final del tunel?: existen ejemplos esperanzadores de que la sociedad se está dando cuenta que los gobiernos y políticos nos resultan muy caros y hacen demasiado daño. De hecho hace falta un nuevo modelo político, sin presupuestos, con poderes limitados y solo como entes reguladores. Sin interponerse en la sociedad, sus actividades y su desarrollo.
Pero la pregunta que nos mantiene despiertos por la noche es: ¿qué significa todo esto para nosotros, la gente común? Aquellos que no movemos los hilos del poder ni figuramos en las listas de millonarios, sino que simplemente intentamos vivir una vida digna y sacar adelante a nuestras familias.
La respuesta, aunque no sea la más emocionante, está escrita en nuestra propia historia: nos adaptaremos. Como lo hemos hecho innumerables veces antes, encontraremos la manera de seguir adelante. Algunos perderán sus empleos y tendrán que reinventarse. Otros descubrirán oportunidades en medio del caos y crearán nuevos emprendimientos. La creatividad y la resistencia que caracterizan a nuestra gente volverán a manifestarse.
No es una respuesta reconfortante, lo sé. Nos enseñan que nadie debería tener que «acostumbrarse» a la inestabilidad o conformarse con simplemente sobrevivir, pero desde los inicios de la humanidad, la inestabilidad y la sobrevivencia ha sido el común denominador. De hecho, esta capacidad de adaptación es también nuestra mayor fortaleza. Durante décadas, hemos demostrado una y otra vez que podemos prosperar incluso en las circunstancias más adversas.
El 2025 será, sin duda, un año de desafíos. Pero también será un año de oportunidades para quienes estén dispuestos a buscarlas. La historia nos ha enseñado que después de cada crisis, viene otra crisis, pero también surge una nueva ola de innovación, emprendimiento y solidaridad comunitaria. Quizás, en lugar de preguntarnos «¿y ahora qué?», deberíamos preguntarnos «¿ahora qué hare para superar la crisis de hoy?».
La respuesta, como siempre, está en nuestras manos.