¿Te ha pasado que para ir a chambear te tardas más que para ver tu serie completa? Pues en México subirse al transporte público puede ser toda una odisea, mientras que en países desarrollados viajar en metro o bus es pan comido. A ver, te cuento por qué sucede esto y qué aprendemos de quienes sí lo hacen bien.
Cacharros viejos que más que transportar, ¡traumatizan!
Imagínate subirte a un camión donde los asientos están rotos, el aire acondicionado es solo un adorno y la suspensión suena como si estuvieras en la montaña rusa más oxidada. En Quintana Roo, por ejemplo, los autobuses con verdaderas carcachas, algunos tienen 15 o 20 años encima, con motor cansado y carrocería hecha trizas.
En mi caso, hago 23 km para llegar al trabajo, lo que en moto son 40 min y en carro 1 hora, en transporte público son de 2 o hasta 3 horas. ¡Terrible!
Guerra de rutas y la falta de reglas claras
En ciudades como Londres o Tokio, el transporte lo maneja un solo ente (o varios, pero con súper supervisión) y las reglas están bien claras: tarifas justas, horarios puntuales y sanciones duras si algo falla. Acá, en cambio, los sindicatos arman sus rutas y hacen lo que les parece.
– Tres camiones vacíos pasan de largo para “ganar pasaje” más adelante.
– Te quedas viendo el camión como en un espejismo, hasta que uno decide recoger pasajeros… atestados como sardinas.
Las inspecciones mecánicas son de vez en nunca y, a veces, más mentiras que otra cosa; y los permisos se tramitan con más burocracia y moches. Al final, tú pagas tu pasaje, pero terminas subiendo a un cacharro que parece a punto de desbaratarse.
Nadie respeta al transporte público
En las urbes donde todo jala, los buses tienen carriles exclusivos, los semáforos les dan paso anticipado y hasta hay apps que te dicen en tiempo real dónde está tu parada. Además, la gente prefiere el transporte público porque es barato, rápido y hasta ecoamigable.
Acá, todo va junto con el tráfico. Si hay congestionamiento, los autobuses van lentos, lentísimos.
Ciudades que crecen al tuntún
Piensa en una ciudad que de la nada se llena de fraccionamientos nuevos, colonias, plazas, escuelas… pero nadie planea rutas de transporte. Resultado: terminas viviendo a kilómetros de todo y, sin camión decente, solo queda el auto o la moto.
En CDMX o Monterrey afortunadamente planearon …un poco más, por eso tienen metro, metrobús y demás. Pero en Playa del Carmen o Cancún, el boom inmobiliario tronó antes que las rutas de autobuses, y ahora todos corren a comprar moto o carro.
La “bendición” del transporte de personal
Cuando la empresa ofrece transporte de personal para sus empleados, sientes que ganaste en la lotería. Llegas puntual, seguro y sin sudar la gota gorda. Si lo pierdes algún día, sabes que el transporte público te puede tener de rehén hasta por 3 horas.
Así que ya sabes: si tu empresa no da transporte, más vale ahorrar para una moto o licuarte las quincenas para el coche. ¡O cruzar los dedos para que algún día nuestro transporte público deje de ser un chiste malo!
Si juntamos fuerzas —gobierno, empresas y ciudadanía—, quizá algún día subirnos al transporte público en México deje de ser un sufrimiento y pase a ser la opción más cómoda, rápida y chic para movernos. Mientras tanto… ¡nos vemos en la fila del paradero!